I. El periodista que aprendió a ligar
Durante años, las interacciones más largas que Neil Strauss tenía con mujeres atractivas se producían mientras se cortaba el pelo. Lo reconoce él mismo en The Truth, su último libro. Strauss lo promociona como un libro “sobre convicciones que te ayudan a mantener el control de tu vida”. Sabe de lo que habla. Hace 10 años, otro de sus libros, The Game (El Método), le hizo perder el control de la suya.A principios de los 2000, la carrera como periodista de Neil Strauss iba sobre ruedas. Tenía una columna en el New York Times y había firmado diversas portadas para Rolling Stone. Sus biografías de Marilyn Mansony Mötley Crüe se habían vendido bien. Tenía acceso a todos los backstages del mundo y contactos entre celebridades. Su posición profesional era, en definitiva, envidiable. Pero había un problema: era extremadamente malo con las mujeres.
“Me cuesta trabajo conocer a chicas. No soy el tipo de hombre por el que las mujeres cuchichean en los bares o quieran llevarse a casa porque estén borrachas y quieran hacer una locura. No puedo ofrecerles un trozo de mi fama ni la posibilidad de alardear como una estrella del rock, o cocaína y una mansión como tantos otros hombres en Los Angeles. Todo lo que tengo es mi mente, y nadie puede verla”.
Neil Strauss era un periodista de éxito, pero era extremadamente malo con las mujeres
Strauss estaba investigando esta subcultura porque le habían encargado un libro sobre ello, que acabó siendo publicado el año siguiente bajo el título de The Game.
En el libro, Strauss explicaba los trucos que había aprendido de ese conjunto de estrategas de la tirada de trastos. Ahí estaban maniobras como el negging (fingir falta de interés a través de una afirmación ambigua ligeramente ofensiva con el objetivo de reducir la auto-estima de la mujer) o cavernicolear (lo cual, en el glosario del libro se describe, literalmente, como “intensificar un contacto físico de manera agresiva y directa”).
“Yo era un periodista, esta comunidad ya existía, yo quise describir mi experiencia en ella. Pero debido a que nadie había oído a hablar de este mundo, y a que, seamos francos, las técnicas son tan cosificantes y horribles, el libro se convirtió en la biblia de aquello que yo estaba intentando documentar de una forma más neutral”, decía recientemente Strauss a The Atlantic..
Entre las técnicas que Strauss manejaba se encontraba el negging —fingir falta de interés para reducir la auto-estima de la mujer— o cavernicolear —intensificar el contacto físico de manera agresiva y directa—
A base de aprender las técnicas de los personajes que retrataba, pasó de ser un tipo pasmado y con miedo a hablar con las mujeres a un seductor implacable. No es casual, pues, que los lectores lo refieran como una “biblia”: el autor no se había limitado a reflejar una filosofía, sino que se había convertido en predicador de la misma.
II. Descenso a la cima
Además de un manual para aprender a ligar, el libro también era una crónica de la propia transformación de Strauss.
Tal y como explicaba un reciente perfil de The Guardian, Strauss había crecido sexualmente frustrado, y había entrado en la vida adulta del mismo modo. Nacido en Chicago, fue un niño callado y sobreprotegido. La noche de su graduación en el instituto le dejaron plantado, y permaneció soltero durante todos sus años en la universidad.
El éxito del libro le dio mucho dinero, que gastaba en un estilo de vida extravagante y en perseguir a mujeres
En 2010 se enamoró de una modelo mexicana llamada Ingrid De La O. En palabras de Strauss, “era perfecta, la mejor relación que había tenido nunca”. Y, sin embargo, descubrió que no podía dejar de perseguir a otras mujeres y serle infiel. Cuando ella se enteró de la peor de sus infidelidades (que involucraron a su mejor amiga y el parking de una iglesia), le propuso un trato: estaba dispuesta a perdonarle, pero solo si trataba su adicción al sexo.
Él accedió y fue a terapia durante tres meses. Pero aquí es donde empezaron los problemas de verdad.
Le diagnosticaron ansiedad, depresión, dos tipos de desorden sexual y trastorno del déficit de atención. Uno de los médicos que le trató le dijo que había pasado tanto tiempo intentando averiguar cómo seducir a las mujeres era probable que se hubiera corrompido a sí mismo permanentemente; que el acto de perseguir mujeres estaba tan arraigado en su personalidad que no iba a ser tan simple como dejar de hacerlo.
Había pasado tanto tiempo intentando averiguar cómo seducir a las mujeres que ello había tomado el control de su vida
Y Strauss podía dar fe de ello. Tal y como explica en The Guardian, mientras intentaba rehabilitarse, su vida sentimental se descontroló. Tuvo relaciones turbulentas con una showgirl de Las Vegas, una empresaria de Silicon Valley y una mujer llamada Sage con la que mantuvo una relación abierta antes de que ella le dejase por dos mexicanos. Viajó a Europa para asistir a fiestas sexuales y se mudó a una comuna de amor libre en California.
Si lo único que tenía era su mente, la había perdido.
III. ¿La verdad?
Ahora sigue dando conferencias. Pero si antes estaban destinadas a hombres que querían aprender, ahora explica cómo convertirse en mejor persona. Los trajes brillantes han sido sustituidos por camisetas, y su Corvette está lleno de polvo. En las fotos de promoción aparece sujetando su bebé en brazos.
En The Truth ya no predica las conquistas, sino el compromiso
Su cambio de mentalidad se refleja en The Truth, un libro en el que ya no predica las conquistas, sino el compromiso.
“Qué frustrante, ¿no?, encontrarme a mi mismo en rehabilitación, cinco años más tarde, intentando desaprender todo aquello a los que había dedicado tanto tiempo y energía para aprender”, escribe en The Truth.
A pesar de ello, Strauss asegura que no se arrepiente de haber escrito The Game. “Me averguenzo de algunos de mis comportamientos, pero si no fuera por las experiencias de ese libro, hoy no estaría casado ni estaría en la posición que estoy”, dice.
Y es que, aunque la búsqueda obsesiva del sexo estuvo a punto de destrozarle la vida, en el fondo ha sido lo que ha creado su carrera.
¿Debemos creernos los principios que pregona en The Truth? ¿O es otra fase vital de la que renegará dentro de 10 años con un nuevo libro?
Lo cierto es que, a día de hoy , sería difícil que un libro como The Game tuviese el mismo recibimiento que tuvo hace diez años. En tiempos de campañas por el consentimiento sexual en los campus universitarios y de estudios sobre los efectos dañinos de la pornografía en el cerebro, el tipo de personaje que vendía The Game parece fuera de lugar.
Se hace difícil saber si su transformación es fruto del progreso vital o de sus necesidades profesionales
“Si me hubieses hablado del libro entonces, hubiese defendido las técnicas como una manera de aprender a ligar. Si me preguntas hoy sobre ello, te diría que cualquier cosa que involucre la manipulación o la necesidad de obtener un resultado deteminado definitivamente no es saludable de ninguna manera”, dice a The Atlantic.
¿Progreso personal o adaptación al medio?
¿Vida o negocio?
En el caso de Neil Strauss, ambas cosas siempre parecen ir de la mano.
[Vía The Guardian]
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